WER WAREN WIR IM AUSNAHMEZUSTAND?

Olón, Ecuador

Olón, Ecuador

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Bárbara Mejías, 41, años, diseñadora gráfica,
con su hija Ámbar de 3 años


¿Qué ves cuando miras por la ventana?

Mis plantas bebés y pájaros hambrientos de plántulas. Construí un huerto poco después de que comenzara el encierro. Ahora anhelo el día en que pueda cosechar albahaca, tomates, cebollas, rábanos, maíz, frijoles, sandías y piñas.

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¿Qué desayunaste hoy?
Huevos revueltos, galletas saladas y té de jengibre.

¿Cuál se ha convertido en tu objeto más importante?
Mi teléfono, y luego mi cámara. La uso para documentar el crecimiento de mis plantas.

¿Qué es lo que más extrañas?
La playa. El acceso está totalmente bloqueado.

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Según el Ministerio de Salud ecuatoriano, el 25 de mayo de 2020 hubo 37355 infectados confirmados y 3203 muertos por el Corona virus en el país andino, sin embargo, se estima que el número de infecciones y muertes no reportadas es mucho mayor. Durante semanas, Ecuador ha sido considerado el epicentro de la pandemia en América del Sur. En muchas ciudades las personas se han visto atrapadas en condiciones apocalípticas, sobre todo en Guayaquil, donde los cadáveres se apilaron en las calles, ya que las funerarias no podían sustentar la demanda de cremación de los muertos. Incluso muchas familias se vieron obligadas a enterrar a sus seres queridos en ataúdes de cartón. Además del sufrimiento humano, las consecuencias de la pandemia, en combinación con la caída masiva de los precios del petróleo, han exacerbado las dificultades económicas con las que Ecuador ya tenía problemas antes de que estallara el virus. El país ha perdido más de doce mil millones de dólares: alrededor del cincuenta por ciento de su ingreso nacional bruto. Ecuador está sufriendo una crisis peor que "todas las guerras y desastres naturales juntos que el país ha sufrido a lo largo de su historia", dijo el presidente Lenín Moreno en un discurso televisivo en abril, que fue citado en el "Financial Times".

“NOS ENCONTRAMOS A NOSOTROS MISMOS EN UN TIEMPO QUE NOS FUERZA A ENCONTRAR NUESTRO CAMINO DE VIDA”

Pero la pandemia no ha afectado a todas las ciudades por igual. Hay lugares que, al menos hasta ahora, sólo han sido ligeramente tocados por el virus. Uno de ellos es Olón, una ciudad costera con alrededor de 2000 habitantes, a unas tres horas en autobús desde Guayaquil. Aquí, se supone que sólo alrededor de 12 personas han muerto de Covid-19, sin embargo, hay toque de queda como en todas las otras ciudades del país, las playas están cerradas, como también la mayoría de las tiendas; el transporte público está suspendido. "Nos encontramos en un momento que nos obliga a reconsiderar nuestra forma de vida", dice Bárbara Mejías. Originaria de Chile, ha vivido en Olón durante siete años. Cuando visitó este pequeño pueblo durante un viaje, se enamoró de su gente y de su estilo de vida relajado, y se quedó. Bárbara tiene una hija de tres años y trabaja como diseñadora gráfica para una fundación que promueve proyectos de turismo comunitario sostenible, en Ecuador, Perú y Colombia.
Nos encontramos a través de Skype. En Zurich son las 5 de la tarde. En Olón son las 10 de la mañana:

Buenos días, ¿dónde te pillo ahora?
Bárbara Mejías: En mi terraza (se ríe). Estoy disfrutando del aire fresco de la mañana mientras vigilo a Ámbar. Ella todavía está dormida.

¿Qué es lo primero que haces en la mañana?
Veo a mi bebecita y luego a mis plantas bebé. Me asomo a la ventana y les pregunto: "¿Cómo les va hoy, plantitas?" Después del desayuno, si es necesario, voy al pueblo a comprar comida. Por lo general, eso es alrededor de las 10 am. Tengo que darme prisa, ya que tenemos toque de queda desde las dos de la tarde hasta las cinco de la mañana.

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Calles en Olón. Estas son algunas de las tiendas locales de alimentos.

Calles en Olón. Estas son algunas de las tiendas locales de alimentos.

Conozco a muchas personas que están en conflicto con este "tiempo vacío" como lo llaman. ¿Qué tan grande es este conflicto para ti?
No tengo conflicto, en absoluto. Siempre tengo mucho trabajo por hacer. Además mi bebé y mis plantas me mantienen ocupada. Y por cierto, no estoy para nada sola aquí. Alquilo una habitación en la casa de una familia con cuatro hijos. Ellos se han convertido en una familia para mi hija y para mí. Cocinamos y comemos juntos, y Ámbar juega con los niños más pequeños en el patio. Mi pareja está actualmente atrapada en Colombia, por lo que tenemos una especie de relación a larga distancia en este momento. Pero eso no es un problema. Estamos acostumbrados a vivir separados el uno del otro.

Me dijiste que plantaste las camas del huerto justo después de que comenzara el encierro. ¿Por qué?
Esta pandemia contiene fuertes mensajes, de muerte y enfermedad. Ante esto, obtengo coraje y fuerza al conectarme con la tierra y sus plantas, y verlas crecer. Es una forma de sobrevivir en la pandemia y evitar perderme. Por cierto, pronto tendré suficiente albahaca para hacer pesto. Estoy lista para comer muchos espaguetis (se ríe).

Plántulas de albahaca en el jardín de Bárbara.

Plántulas de albahaca en el jardín de Bárbara.

Pero amabas los espaguetis antes de la pandemia, ¿verdad?
Sí, podría vivir sólo de pasta.

¿Hasta qué punto te ha cambiado la pandemia?
Creo que me ha enseñado a conectarme con el conocimiento de nuestros antepasados: cultivar alimentos, usar plantas medicinales, vivir en comunidad. Este es un conocimiento ¡tan importante!, un conocimiento profundamente arraigado en la existencia humana, pero en el calor de nuestras anteriores y rápidas vidas, lo olvidamos. No es que no lo supiera antes, de hecho creo que todos somos conscientes de ello, pero la pandemia nos ha dado la oportunidad de revivir ese conocimiento. Además, este tiempo de confinamiento, que ha obligado a las personas de todo el mundo a reducir su velocidad y rango de movimiento, me ha demostrado que no podemos controlar la naturaleza; que los humanos somos solo una de las muchas especies que habitan en este gran ser que llamamos Tierra. De hecho, hubo momentos en los que incluso me sentí avergonzada de nosotros los humanos: sentí como si fuéramos pulgas, creyendo que podemos dominar al perro. Esa ha sido una gran lección de humildad para mí. Estoy muy agradecida por eso.

Parece como si hubieras encontrado un nuevo ritmo de vida.
Así es. Paso más tiempo con lo que es realmente importante para mí. Sin miedo ni ansiedad, viviendo únicamente en el presente, llena de la absoluta convicción de que juntos podemos construir una vida diferente y mejor para todos; con nuevos modelos económicos y educativos que realmente nos permitan vivir en armonía con la Tierra, la naturaleza y con nosotros mismos.

¿Qué nuevos modelos económicos y educativos tienes en mente?
Soy miembro de un grupo que cultiva y administra huertos comunitarios en nuestro pueblo. El proyecto se llama "Sembrando Viviremos”. Ecuador se encuentra en una grave crisis financiera y empeorará después de la pandemia. Demasiadas personas viven en condiciones precarias. Entonces, tomamos precauciones. Nuestro objetivo es que en el futuro cada familia en Olón tenga su propio huerto. Nadie debería pasar hambre aquí.

Miembros del grupo “Sembrando Viviremos” trabajando en lechos de vegetales comunitarios.

Miembros del grupo “Sembrando Viviremos” trabajando en lechos de vegetales comunitarios.

¿Qué hace especial a la sociedad en Olón?
Su fuerte sentido de comunidad. Todos se preocupan el uno por el otro. Por ejemplo, cuando nuestro vecino se enfermó con Covid-19, todos lo cuidamos, le llevamos comida y medicinas.

¿No tenías miedo de infectarte?
No, en absoluto.

¿Qué te mueve una y otra vez?
La solidaridad que aquí se está viviendo. Tenemos un gran grupo de extranjeros aquí, la mayoría de ellos estadounidenses. Junto a fundaciones y las autoridades locales, recogen dinero y alimentos que son distribuidos por muchos voluntarios, a todas las familias de nuestro pueblo. Incluso dejaron un paquete con fruta, pescado y una bolsa de detergente frente a mi puerta, aunque en realidad tengo todo lo que necesito. Además, recientemente, los pescadores locales donaron un camión de pescado fresco. La gente aquí ha aceptado rápidamente las nuevas circunstancias. Hasta diría: están relajados. Espero que podamos seguir así, ya que muchos temen que ahora que las restricciones se están suavizando un poco, la gente de Guayaquil venga aquí y propague el virus.

La gente en Olón es muy religiosa. ¿Cómo lidian con el hecho de que las iglesias están cerradas?
Bueno, los sacerdotes han encontrado una solución: predican a través de altavoces. Todas las mañanas, al mediodía y por la tarde, el pueblo se inunda con sus preicas y sus sermones parecen durar una eternidad. Supongo que la mayoría de las personas en Olón le dan la bienvenida a estos sermones por altavoces, pero me es muy difícil acostumbrarme, ya que no soy religiosa, en absoluto. Generalmente bloqueo mis oídos.

¿Qué planes tuviste que posponer debido al bloqueo?
Mis planes ... bueno, mi familia y yo somos nómadas, por lo que no solemos hacer muchos planes. Y como personalmente trato de vivir y fluir con la vida, no planeo casi nada. Lo único que tenía en mente era visitar a mi familia y amigos en Chile, pero allí las autoridades han sido muy malos administradores durante esta pandemia. Han puesto el dinero por encima de la vida de las personas. Debido a eso, mi país está experimentando un apocalipsis zombie, que desafortunadamente extenderá la crisis durante varios meses y a un alto costo. Todo lo que puedo hacer es enviarles a mi familia y amigos todo mi amor y pedirles que se cuiden mucho. Tendré que esperar pacientemente hasta poder abrazarlos y besarlos otra vez.

Puesta der sol sobre Olón Fotos de Bárbara Mejías

Puesta der sol sobre Olón
Fotos de Bárbara Mejías

Traducción: Bárbara Mejías

Toronto, Canada

Toronto, Canada

Olón, Ecuador

Olón, Ecuador